miércoles, 28 de mayo de 2008

Sant Pere de Rodes.




Uno de los monasterios románicos más impresionantes - y antiguos- de Catalunya es el de Sant Pere de Rodes, perteneciente al municipio gerundense de El Port de la Selva, a escasos kilómetros de la frontera francesa y en la zona más agreste de la Costa Brava. Su localización es complicadilla y para llegar al monasterio sólo hay dos vehículos: coche o piernas.

Cómo llegar? Al ser residente de Barcelona os indicaré como ir partiendo de la ciudad condal: Tomamos la AP-7 hasta la salida de Figueres, de allí tomamos la N-II y después la N-260 hasta el pueblecito de Llançà, en donde tomaremos la estrecha y llena de curvas carretera GI-612, que lleva al Port de la Selva. No obstante no llegaremos hasta el pueblo, ya que el monasterio está antes, nos desviamos de la carretera para tomar un "camino de cabras" que nos deja cerca del edificio.


El coche hay que dejarlo a unos 500 metros aproximadamente del monasterio, por lo que realizaremos un muy agradable paseo ya que éste está situado en la falda de un agreste colina, dominando toda la zona del Cap de Creus. Las vistas desde el camino son impresionantes, aunque no recomiendo que vayáis cuando sopla la tramuntana pues es terriblemente fuerte en esa zona.

Para que os hagáis una leve idea de como está emplazado el monasterio os remito a la película de "el nombre de la rosa", al igual que la abadía del film, Sant Pere de Rodes está en lo alto de una montaña con poca vegetación y totalmente aislado de cualquier núcleo de población, lo que hace del lugar ideal para pasear y conjugar la belleza de la naturaleza con la hermosura de la obra arquitectónica que se integra a la perfección en ese aislado lugar.

El monasterio y su entorno:

El espectacular paisaje que se ve desde la terraza de levante del monasterio permite entender hasta que punto influyó en la transformación del paisaje natural del territorio, bajo la terraza podremos ver la localización de los antiguos huertos del cenobio; unos terraplenes artificiales sostenidos por enormes contrafuertes situados para guarecerse de la tramontana y con restos de antiguos depósitos de agua. Este lugar tenía una conexión con la cocina y el refrectorio. Cabe decir que las posesiones del monasterio llegaban hasta el mar, limitaban al sur con las tierras del conde de Empúries, al norte con las tierras del monasterio de Sant Quirze de Colera. Desde estas terrazas los monjes observaban el mar y cuando divisaban la brillante estela plateada de los bancos de sardinas, tocaban las campanas para que los pescadores fueran a por ellas a cambio del diezmo, por supuesto.

Breve historia:

No se sabe con exactitud la época de su fundación , pero al tratarse de un monasterio benedictino es plausible pensar que se fundó a partir de la evolución del eremitismo hacia el cenobitismo, o sea que unos mojes anacoretas decidieron irse a vivir en comunidad. La leyenda dice que hacia el año 610, unos monjes procedentes de Roma que llevaban consigo la cabeza y el brazo de San Pedro escogieron una cueva del lugar para esconderlas. No obstante hay documentos que hablan de un obispo que huyendo de los musulmanes allá por el año 780, creó allí una iglesia que sería el primer vestigio del monasterio, sin embargo el primer documento que habla de Sant Pere de Rodes como monasterio propiamente dicho, data del siglo IX y a partir del siglo X se inicia el impulso definitivo que lo convertirá en uno de los más importantes monasterios de la Europa meridional.
A mediados del siglo X se convierte en monasterio independiente, es decir, que está regido por un abad y en los siglos XI y XII alcanza su máximo apogeo, llegándose a celebrar jubileos, el primero de ellos en 1088. La decadencia de Sant Pere de Rodes se inicia en el siglo XVII y a finales del XVIII los monjes se largan, por lo que durante casi dos siglos quedó abandonado y criando polvo hasta que a mediados del siglo XX empezaron las tareas de recuperación.

Arquitectura:

Destaca el claustro, el más antiguo se construye en el siglo XI, con arcadas de medio punto, sin apenas decoración y era bastante pequeño, Un siglo después se construyó otro claustro algo más al oeste del primero. Éste tenia una decoración mayor, se intenta reproducir el paraíso en la tierra mediante imágenes bellamente esculpidas en los arcos y capiteles.

Respecto a la iglesia decir que tiene planta de cruz latina compuesta por tres naves rematadas por la típica bóveda de cañón románica. Estas tres naves están delimitadas por una columnata doble cuyas columnas son de claro estilo corintio, ésta reposa sobre un zócalo y en ambos laterales otras columnas sostienen unos arcos de medio punto, arcos estos que separan las tres naves. La nave principal, o sea, la central es muy grande, ideal para deambulear por su deambulatorio ( si es que soy un chistoso oyes ), que tiene acoplado un ábside y debajo del ábside está la cripta, muy interesante por cierto. Lo bueno de esta iglesia es que mezcla varios estilos arquitectónicos como son el carolingio, el estilo pre-románico y el románico puro.

Son tambien muy interesante las dos torres del conjunto monástico, la que está orientada y a poniente incluye campanario- es de clarísima influencia lombarda ( hacia el siglo XII ) y la otra torre es puramente defensiva. La segunda es más antigua, del siglo X, aunque actualmente se conserva poco de este primer periodo.




sábado, 24 de mayo de 2008


Un lugar que debería ser de visita obligatoria es sin duda el monasterio de Ripoll, la capital de la comarca del Ripollés, un edificio románico que en Catalunya sólo puede competir con Poblet o Sant Pere de Rodes. Llegar hasta la población no es difícil, cogemos la C-17 en Barcelona y todo para arriba, hacia el norte hasta llegar al pueblo. Allí dejamos el coche donde mejor podamos y nos dirigimos al monasterio, algo muy sencillo de localizar gracias a las excelentes indicaciones. El edificio está situado en una gran plaza de suma belleza, en el centro del casco histórico del venerable Ripoll. Es ideal sentarse en uno de los bancos de piedra de la plaza y contemplar el monasterio que tenemos en frente para imbuirnos del ambiente medieval que nos espera una vez crucemos sus puertas, pero si queremos tomar un tentempié antes de iniciar la visita es digno de ver el museo situado en la plaza, museo "etnográfico y del hierro" en el que observaremos viejos artilugios siderúrgicos así como todo tipo de objetos arqueológicos.

Bien, llegó el momento de meternos en el meollo. Pagamos la entrada y entramos, Pero cuidado, no nos precipitemos. Antes de entrar contemplemos el pórtico: Presidiédolo está el Cristo en Majestad o Pantócrator típico del románico rodeado de ángeles y los cuatro evangelistas. A izquierda y derecha están situados los 24 ancianos del apocalípsis. Debajo del pantocrator encontramos a los Bienaventurados, esculturas de animales, diversas escenas bíblicas ( traslado del arca de la alianza a Jerusalén, San Pedro con la llave, Jonás en la ballena etc.. ) y la representación de los meses del año con una figuración ( por ejemplo al lado de abril vemos la escultura de un campesino observando un campo de trigo ).

Una vez en el interior, notaremos inmediatamente el frescor propio de estas edificaciones algo que se agradece especialmente en verano, no obstante andaros con ojo pues tanta piedra junta es un lugar ideal para que se desarrollen ciertos especímenes que pueden resultar desagradables; esto lo digo porque en un de mis visitas me encontré con un escorpión correteando alegremente por una de las paredes del edificio.

En fin, como digo, una vez dentro de la iglesia del monasterio nos deleitaremos con las cinco naves que la conforman, así como con su transepto cubierto con la típica vuelta de cañón románica y los siete hermosos ábsides. La verdad es que prefiero no empezar a divagar con las peculiaridades arquitectónicas, pues supongo que si empiezo a describir el atrio, cimborio, cruceros, pechinas o motivos lombardos aburriré sobremanera a más de unos. Sólo decir que, como todo edificio del primer románico, éste es sombrío pero de agradable visión; en cualquier rincón podemos encontrar capiteles con motivos florarles, animales o antropomorfos que nos retrotraen a la Alta Edad Media. En el interior de la Iglesia podemos ver la tumba del conde de Barcelona y fundador del monasterio, Guifré el Pilós ( s. IX ),considerado uno de los padres fundadores de Catalunya. En honor a la verdad la tumba del conde es más bien cutre y dudo muchísimo que allí se encuentren sus huesos después de 1200 años de conflictos, incendios y saqueos.

Del monasterio original tan sólo queda en pie la iglesia, el campanario y el claustro. Éste último es de IM-PRES-CIN-DI-BLE visita. Este claustro combina elementos románicos y góticos ya que se construyó durante la transición de un periodo al otro. Consta de dos pisos con trece arcos cada uno, profusamente decorado, especialmente los capiteles de tipo corintio. En el lugar se encuentran varias tumbas y en el centro está el típico jardincito con fuente, vamos, que es un lugar idóneo para pasear. Uno empieza a dar vueltas por el claustro y no encuentra el momento de abandonarlo, lo digo por experiencia. Olvidaba decir que el claustro inferior es una especie de museo en el que se muestran sarcófagos, lápidas, trozos de capiteles etc...

Cuesta abandonar el monasterio, incluso un ateo como yo deseó en ocasiones meterse a monje sólo por vivir entre las paredes de tal belleza, pero la dura realidad se impone y debemos de abandonar las tranquilas y relajantes paredes del edifico antes de que los de seguridad nos indiquen amablemente como salir. No obstante siempre podemos llevarnos un recuerdo en forma de souvenir, que de eso os aseguro que encontraréis.

Si cuando acabéis la visita aún tenéis mono de arte románico os aconsejo que toméis vuestro vehículo para ir a la espléndida de Sant Joan de les Abadesses, a pocos kilómetros de Ripoll.


Monasterio de Sant Pau del Camp.




La ciudad de Barcelona no es especialmente conocida por sus grandes monumentos románicos, de hecho apenas se encuentran obras genuinamente románicas en la ciudad condal. No obstante si rebuscamos bien podemos encontrar algunas pequeñas perlas, una de ellas ( y a mi juicio la más interesante ) es el monasterio de Sant Pau del Camp.



Éste se encuentra situado en pleno barrio del Raval, en un área colonizada en la actualidad por ciudadanos pakistaníes. El hecho de pasearse hasta la calle Sant Pau es un placer a la vista y los oídos para aquellos que disfruten con la multiculturalidad. Bien; un pelín antes de llegar a la Avinguda del Paral.lel nos encontramos con esta belleza románica.

Cuando se contruyó Sant Pau del Camp allá por el siglo IX éste se encontraba situado en las afueras de Barcelona; en el año 985 fue destruido por la terrible "razzia" de Al-Manzor y quedó desierto hasta la primera mitad del siglo XII, cuando los benedictinos se establecen en Sant Cugat y deciden reconstruir el monasterio. Lo primero en reconstruirse fue el priorato, mientras que el claustro y la iglesia datan de principios del siglo XIII.


El claustro es pequeñito pero encantador; con planta de tipo cuadrangular está sustentado por columnas dobles que reemplazan el arco de medio punto por arcos polilobulados, algo característico teniendo en cuenta que su construcción coincide con la transición del románico al gótico. Los capiteles están decorados con motivos vegetales y con escenas de animales míticos.

La iglesia tiene planta de cruz griega con una bella cúpula en el cruce del transepto y cuenta con tres ábsides. La fachada está decorada con una gran cenefa de arcuaciones ciegas que reposan sobre ménsulas en forma de cabeza. Encima del dintel podemos contemplar un sencillo tímpano en el que se representa un Pantocrator rodeado de los santos Pedro y Pablo. Se pueden localizar también a los cuatro evangelistas tetramorfos en el conjunto. Rematando el conjunto aparece la mano de Dios que ha sido vaciada en el bloque de piedra.

El conjunto es realmente interesante y nos muestra claramente el periodo de transición al gótico aunque todo el monasterio es netamente románico, a excepción de su espadaña de orden barroco.

Obviamente no tiene la majestuosidad de las obras góticas barcelonesas como Santa María del Mar o la iglesia del Pi, pero resulta de imprescindible visita si queremos alejarnos un poco de la sempiterna presencia gótica en la ciudad condal.






Arcos polilobulados del claustro

domingo, 18 de mayo de 2008

Santa María de Barberá.



Se suele asociar la situación los templos románicos en entornos naturales, casi en "locus amoenus" o en pintorescos pueblitos, no obstante esta máxima puede romperse, como es el caso de la iglesia de Santa María.

Barberà del Vallés está situada en el cinturón industrial de la conurbación de Barcelona, en un área que se caracteriza por la abundancia de empresas y polígonos industriales, lo que le da aún más valor a esta pequeña iglesia. Bajo mi punto de vista se trata de la iglesia románica más fuera de lugar que jamás he visto, y es que emociona encontrar una obra románica tan bella en medio del trasiego cotidiano de la industrializada comarca del Vallés Occidental.

Es una auténtica joya románica, lamentablemente bastante desconocida. Ubicada en un pequeño parque, nos sorprende por sus magníficas líneas son y su excelente estado de conservación.

La fachada principal es la que menos me llama la atención, sin embargo la parte trasera es excepcional, gracias a sus tres ábsides y su elegante transepto que transmiten serenidad y equilibrio. Todo el conjunto está coronado por un precioso campanario.

Lo mejor de todo es que, al estar situada en un parquecito lejos del bullicio, apenas suele haber mucha gente.

Lo único que me queda en el tintero es visitar el interior ya que allí se encuentran unas pinturas bastante bien conservadas. Al no celebrarse misas ni otras cosillas litúrgicas hay que llamar por teléfono para que te abran la puerta y es que no deja de resultar irónico que un agnóstico de mi calaña desee que se celebren misas y demás zarandajas.